Según cuentan los propios
actores, cada vez que se suben a las tablas, cada noche, cada función, sienten
el vértigo del estreno, de la primera vez que pisaron un escenario, aunque
lleven toda la vida actuando y recorriendo el pasillo o las escaleras que
separan la escena de los camerinos.
A veces a los profesores nos
pasa esta imagen por la cabeza cuando empezamos un curso nuevo (al menos a mí me
ocurre). La escena se transforma en aula, el actor en profesor y la
representación en clase, pero sigue siendo un estreno. Respiración profunda y…
adelante: ¿cómo será el público -el grupo-, fluirá o no, funcionará, nos
divertiremos, nos sentiremos cómodos, a gusto, aprenderemos, serán
participativos, lo seré yo…? A los dos segundos de clase –en cuanto pisas el
escenario- todo esto desaparece y el grupo sale… como sale (normalmente, por
suerte, bien, si no, no seguiríamos con la tiza, perdón, el ratón, en la mano).
Pero, ¿y la docencia online
–ese ratón del párrafo anterior-? ¿Ocurre lo mismo? En contra de lo que pudiera
imaginarse uno, no es tan diferente y las sensaciones pueden ser muy parecidas,
aunque depende de qué tipo de curso online (esto debe quedar claro). Habrá
quien ponga el grito en el cielo al leer esto, sobre todo quienes escriben
tratados acerca de la formación online, pero aunque cambian las formas, incluso
mucho –ya se sabe, diferente metodología, soporte, interactuación, etc.-, aun
así, la esencia, en cierto sentido, es la misma. Las relaciones personales son
las relaciones personales. Y ya sé dónde han trabajado por última vez algunos
alumnos, por qué se han inscrito, qué esperan obtener, quién va a esperar hasta
el final para entregar las actividades, quién lo va a hacer ordenadamente y con
tiempo, etc. ¿Tan distinto es de un curso presencial? Seguramente la respuesta
sea: “Sí y no”.
Todo esto viene al caso tras
una intensa experiencia en teleformación. El grupo ha sido –está siendo- muy
bueno (hemos tenido suerte): todos preferimos grupos participativos
y con alumnos involucrados e interesados en la materia. Y ¡bingo!, ha sido así.
La situación actual ha favorecido que su composición sea muy heterogénea (también
es verdad que aunque se suela decir sector
exterior, éste no es exactamente un sector en el sentido que lo pueda ser
el textil o la automoción, sino un ámbito de todos los sectores, de ahí la
heterogeneidad) y que aporten vivencias con distintos enfoques. Los estudiantes
provienen de industrias muy diferentes, con formaciones y experiencias muy
distintas, porque todos los sectores tienen la posibilidad de exportar. Y este
entusiasmo por la internacionalización se entiende porque estamos hablando del
único ámbito que está dando señales de vida en España durante la crisis; está
creciendo, no sólo en términos relativos por la caída de la demanda interna,
sino también en términos absolutos por un cambio de mentalidad y la necesidad.
Todo un logro.
Pero dentro de esta disparidad
en la composición del alumnado hay un punto en común: el interés, un enorme
interés por aprender, por buscar una herramienta, una palanca que sirva a la
vez de punto de apoyo, con la que ejercer presión para cambiar las cosas, la
situación, su situación personal. Y esto motiva mucho. Así que éste es el
perfil que nos hemos encontrado. Alumnos motivados, con formación, con
experiencia y de muy diversos ámbitos.
Pero el motivo central de
este pequeño artículo es el curso online de “Auxiliar de Comercio Exterior”. Online, sí. Actualmente, un curso
online –sobre todo de comercio- no sólo prepara al alumno en la materia que se
imparte, sino también, en el fondo, para el tipo de relación que va a tener con
sus colaboradores, clientes, proveedores, etc.: a través de Internet y por
teléfono. Sobre todo cuando hablados de comercio exterior (y siendo auxiliar)
los más probables es que jamás veamos a nuestros clientes ni a nuestros
proveedores. La gestión va a ser siempre a distancia y, la mayoría de las
veces, por Internet, y hay que hacerlo con soltura.
Centrándonos en cuestiones
más técnica, ampliamente explicada por nuestra compañera Eva, el curso supone
un acercamiento a esa rara avis de la
economía española que está en crecimiento (sí, sí, no es una errata). El
objetivo es que el alumno tenga esas herramientas que busca y que son necesarias
para ejecutar labores de apoyo en la gestión del departamento de exportaciones
de una empresa. Esto implica el conocimiento de distintas áreas, aunque, como
corresponde a un curso inicial, con una profundidad que permita ampliar específicamente
las áreas en las que después desarrolle dicha actividad profesional. En el
módulo específico de comercio exterior se proporciona gran cantidad de material
adicional para que el alumno tenga un buen banco de datos que le pueda servir
como caja de herramientas, donde guarde recursos para enfrentarse a distintas
situaciones reales (tipos de operaciones, medios de cobros y pagos, formas y condiciones
de envío de mercancías, etc.). Por otra parte, hay dos aspectos fundamentales
en el comercio exterior que sin ser parte de la materia, sí son muy
importantes: el idioma (inglés sobre todo), por lo que se hace mucho hincapié
en el curso en dicho apartado, y el dominio de las TIC, ya que, como se ha
dicho más arriba, va a ser el medio principal, si no único, de relación con
clientes, proveedores, bancos, empresas de transporte, etc. En este sentido, se
le presta especial atención al manejo de distintos programas que ayudan en la
gestión ofimática.
Las perspectivas son que el
sector siga creciendo en los próximos años (algo que la economía en su conjunto
tiene prácticamente vetado). Al menos, eso dicen los expertos y parece que las
cifras lo corroboran. Crece y crecerá. Prefiero expresarlo así que ofrecer un
baile de números y porcentajes. Es el único tren que de momento se ve en la
estación. Trabajo y más trabajo para sacar las cosas adelante, para salir. Así
que ante el ogro de la crisis, manos a la obra, que se puede más con palabras
de aliento que de lamento. Y el que esté leyendo, el que esté haciendo el
curso, ya ha empezado a poner en marcha la maquinaria.